MAGOS Y SABIOS
Esta es la historia de tres
grandes hombres que creyeron en su destino y nunca cedieron en la búsqueda de la verdad.
Aquel reino siempre estaba helado en lo más al norte
de Europa, pero sus súbditos eran escasos pues la supervivencia en aquellas frías
y lejanas tierras se hacía muy difícil.
El rey de aquel país era muy honrado, justo
y bondadoso y además quería mucho a los niños. Se llamaba Melkon Klass y casi siempre vestía de rojo porque creía que
ese color era el preferido de los pequeños, aunque otras veces vestía de verde
porque pensaba que la primavera existía en toda la Tierra y como su país siempre estaba helado pensaba
que sus habitantes merecían de algún modo disfrutar también de aquella estación
y por ello ordenaba en ese tiempo que los ciudadanos cambiaran el color de sus
ropas con predominio del verde primaveral. Tenía las barbas grandes y blancas
como la nieve y su corona dorada solo la usaba si viajaba lejos hacia el sur.
Durante los fríos y largos inviernos dedicaba
la mayor parte de su tiempo a la lectura y el aprendizaje, y con el tiempo
además de rey también consiguió el título de sabio, pues así lo demostró muchas
veces a los ciudadanos de su reino.
Una noche clara y con una gran luna pasó algo
que hizo despertar al rey de su sosegado sueño. Extrañado y a la vez
sorprendido notó una aparición a su lado, pero no tuvo miedo. Sin conocer al
aparecido conversó largo tiempo con él, y al alba desapareció.
A la mañana siguiente reunió a varios de sus
mejores vasallos y les ordenó preparar
un séquito de un centenar de
personas entre guardias, criados, ayudantes y además los caballos y renos
necesarios para viajar muy al sur.
Gasthapa era un muchacho
inquieto, muy dinámico, curioso en su aseo y deseoso siempre de aprender, pero
al quedar huérfano tan joven su infancia se volvió agria, pues el señor del
lugar lo acogió en adopción pero más que tratarlo como a un hijo, lo hizo como
lo hacía con el resto de sus esclavos.
Cuando cumplió trece años asaltaron la aldea
donde residía y mataron a su padre adoptivo, a sus hermanos y a la mayor parte
de los esclavos. De la noche a la mañana de nuevo había quedado huérfano pero a
la vez libre.
Decidió buscar un nuevo hogar y comenzó a
caminar hacia cualquier lugar. Atravesó montes, valles, caudalosos ríos, campos
de arroz y selvas, hasta que entre la niebla descubrió una y solitaria gran
construcción en lo más alto de una montaña, la contempló durante un tiempo en
la lejanía y comenzó a caminar hacia ella. Era una montaña muy empinada con
caminos abruptos y peligrosos pero con su tesón logró culminar con éxito el
ascenso hasta la cima.
El edificio resultó ser un templo, en el
exterior había varios jóvenes con la cabeza totalmente rapada y vestidos con
largas túnicas de color naranja haciendo faenas de labranza en un huerto. Se
dirigió hacia la puerta principal donde había un monje vestido igual que los jóvenes
que encontró fuera, sin embargo su rostro evidenciaba el paso de muchos años
transcurridos.
Pronto el monje le dirigió la palabra dándole
la bienvenida y el joven quedó sorprendido y estupefacto al oír sus primeras
palabras “llegas tarde Gasthapa hace días
que te esperamos”.
El joven no sabía que decir,
aquel hombre conocía su nombre. A la vez que penetraban en el interior el monje
continuó hablando “no temas, te lo explicaré todo. El destino me puso en tu camino para
que te instruya y prepare para el largo viaje que emprenderás“
Durante los siguientes siete
años Gasthapa vivió como aquellos jóvenes que vio a su llegada, conoció la
verdadera paz y aprendió cosas de muchas materias como la filosofía de la vida,
la meditación transcendental, las artes marciales, la psicología, etc. En poco
tiempo se convirtió en un hombre de bien, experto en convencer a las personas
con las que trataba, muy sabio y exitoso en todas las empresas que emprendía.
El día que Ghastapa cumplió veinte años su
maestro el monje le encomendó que emprendiera su gran viaje, consiguió un
séquito cercano al centenar y cargó una
gran cantidad de especias y extractos aromáticos en varios elefantes. En pocos
días abandonaba su tierra camino de occidente.
Allá donde las aguas hacen que termine
occidente nació Bithisarea, un joven descendiente de mercaderes fenicios el
cual adquirió tales conocimientos de astronomía y ciencias de la época que los vecinos y una
gran mayoría de pobladores de la
península le llamaban “el mago” y en
gran parte tenían razón pues desde muy niño aprendía en sueños y hacia mapas
del cielo y de la tierra mientras dormía. Sin haber viajado nunca tenía un
conocimiento prácticamente exacto de todas las rutas entre la antigua Tartessos,
Europa, Africa y Asia, conocía bien las matemáticas y muchos idiomas y además
ejercía la medicina, curaba dolores de muelas, hacía ungüentos y perfumes, e
incluso asistía en partos, por todo eso lo consideraban verdaderamente un mago.
Una noche tuvo una aparición en sueños tan
clara que parecía real, la cual le dijo: “prepara
un séquito de un centenar de ayudantes con caballos y camellos y espera la llegada de Melkon Klass y Gasthapa, tú los
guiarás hacia vuestro destino”
Había terminado aquel verano y
el otoño estaba bastante avanzado cuando una tarde Bithisarea divisó en un
horizonte empañado por el polvo que levantaban las caballerías, el séquito del
rey Klass, más cuando se acercaron quedó sorprendido al ver que además de
caballos también usaban otros animales que él no conocía. Pronto los recibió y
les dio el alojamiento que tenía preparado para la ocasión, hicieron fiestas y
esperaron la llegada de Gasthapa.
Comenzado ya noviembre llegó a tierra del sur
de Hispania el séquito de Gasthapa con él al frente, habían tardado más tiempo
del planeado pues su viaje fue muy largo y azaroso, iniciado en el país que
producía la seda, tuvo que atravesar por tierra toda Asia central hasta llegar
al sur de Europa transportando los pesados elefantes, su carga y la centuria de
personas entre guardias, criados y ayudantes que componía su séquito.
Dejaron pasar un mes para que el contingente
asiático descansara y renovara fuerzas.
En ese tiempo sucedió que los tres sabios
tuvieron un sueño, el mismo y en la misma noche, y en él se vieron a ellos como eran recibidos por un gran rey, era un
bebé pero su grandeza era superior, jamás hubo en la tierra rey con semejante
poder, y en el mismo sueño aparecía en el cielo un gran lucero que iluminaba la
noche y resplandecía incluso de día.
A la mañana siguiente madrugaron los tres
personajes, estaban deseosos de contar su sueño sin saber que habían soñado lo
mismo.
Cuando lo descubrieron se dieron cuenta que ese
era su destino, y más al ver que a pesar de la luz diurna apareció otra intensa
luz celeste, casi otro sol en el horizonte de oriente; fue la señal
Tras la reunión comenzaron los preparativos
para la búsqueda del nuevo rey; partirían en poco tiempo.
En una semana partieron juntos los tres
sabios con sus respectivos séquitos.
Bithisarea quedó encargado de dirigir la
expedición tal como ordenó la aparición y por sus conocimientos de astronomía
era el más indicado para seguir el rastro de aquel cometa que les llevaría
hasta el recién nacido.
Pasaron cuatro semanas cuando Bithisarea notó
que el gran lucero se había detenido, habían llegado a Jerusalén, y justo ese
día salió a su encuentro un grupo se soldados del rey judío.
Los sabios fueron conducidos
como invitados al palacio de Herodes, les agasajó con una gran cena y los trató como
reyes pues sus formas y el séquito le confundieron.
Casi terminada la velada Herodes preguntó por
su destino y ellos respondieron que buscaban al nuevo y más grande rey de los
judíos que había nacido; a esto Herodes pidió que cuando le encontraran
enviaran un aviso a su palacio para que él también pudiera ir a rendirle
pleitesía.
Volvieron los sabios a su campamento;
Bithisarea estudió el cielo durante toda la noche y al día siguiente
continuaron su travesía.
Aquella
jornada no madrugaron pero pasado
medio día decidieron seguir el camino pues el hispano sabía que solo quedaban
unas pocas horas para el final de su odisea.
Al atardecer llegaron a un pueblo llamado Belén
en Palestina y en poco tiempo encontraron al recién nacido
El lugar era pobre y mugriento pero los
sabios no lo percibieron así, sino todo
lo contrario, vieron pulcritud y mucha alegría; había muchos campesinos y
pastores que creyeron eran criados y vasallos del joven rey. Acamparon cerca y
se disponían a presentarse cuando a los tres se les apareció un ángel que le
dijo: “habéis obedecido todas las órdenes
de mi señor, el nuevo nacido es el Mesías hijo de Dios hecho hombre, y por
vuestra obediencia os nombra reyes, vuestro reinado será largo en los siglos, y
cada año recordaréis el nacimiento de mi señor obsequiando a los niños del mundo
con la misma ilusión y felicidad que hoy
lo vais hacer con él.
Melkon
Klass desde hoy te llamarás Melchor, pero en tu tierra podrás ser Klaas y
aunque vivas en un mundo de hielo tu pueblo vivirá en constante primavera.
Gasthapa, tu nombre será Gaspar y Bithisarea
será Baltasar, vuestra bondad y tesón dará ejemplo al mundo. Cada año
celebraréis este acontecimiento agasajando a los niños de todas las naciones;
mi señor os dará el poder y protección por los siglos de los siglos”
Al desaparecer el ángel los tres reyes magos
entraron en los pobres aposentos del
bebé Mesías, lo adoraron y obsequiaron con oro traído del norte de Europa,
incienso procedente de los confines de Asia y mirra procedente de Hispania.
Después decidieron regresar a sus reinos por
otras rutas para que Herodes no pudiera encontrarlos jamás.
Melchor regresó a su helada tierra y los
habitantes de aquel reino lo celebraron con júbilo, lo santificaron y muchos
continuaron llamándolo Klass (Santa Klaus)
Gaspar regresó al templo en la gran montaña,
donde continúa ayudando a todos los jóvenes a preparar el futuro de su destino.
Baltasar regresó a occidente (Hispania) y
allí continúa año tras año estudiando, ayudando y curando los corazones de
aquellos que pierden la verdad de sus destinos.
Y así concluye la historia de tres grandes
hombres que desde aquellos días y siglo tras siglo todas las Navidades
reconstruyen su odisea para regalar felicidad e ilusión a todas las almas del
mundo.