Baena, alma de un pueblo andaluz que clama memoria para el recuerdo.
Cuna de gente emigrante desconocedora que su destino estaría lejos.
Baena, encrucijada de culturas y mezcla de razas que aún perduran.
Ciudad latente y victoriosa sobre envidias y rencillas.
Baena, acogedora de visitantes y peregrinos de paso,
productora y exportadora de fuentes de salud.
Baena, admirada y añorada desde sus comienzos.
Baena lo es todo y a la vez nada sin sus gentes.
Ciudadanos trabajadores cuando hay empleo y solidarios con sus vecinos
amigos del vino local y de olivos centenarios, que gustan disfrutar con su feria y verbenas, y a la vez lloran sus tambores con estruendo en las primaveras.
Baena, quien tuvo la suerte de nacer aquí, seguro que de morir aquí...... también quisiera